Volvimos a Weissbruck junto a Josef, todos bastante tocados tras la trágica muerte de Katya, quien eligió consumirse en las llamas antes que vivir como hereje. La sombra de ese fatídico día aún nos pesa en el alma, pero el deber nos llevó a cumplir la cita pendiente con Elvira, la boticaria de Bogenhafen, a quien habíamos avisado días atrás que abandonara la ciudad por los peligros surgidos tras el llamado “Incidente Almacén 13” y
la aparición del demonio vinculado al Ordo Septenarius.
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Capítulo VIII: La Boticaria, el secuestro y la Mano Púrpura
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Capítulo VII: Las últimas lágrimas de Katya
Bogenhafen…
Katya se preguntaba por qué el destino la había traído hasta aquí. Una ciudad que huele a todo lo peor que puede ofrecer el imperio, sólo hubiera faltado que algún noble inepto la gobernara.
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MAGIRIUS
Friedrich Magirius
Raza: Humano
Carrera: Burgués / Concejal de Bögenhafen
Afiliación: Gremio de Mercaderes, Consejo Municipal, Ordo Septenarius (nivel: crédulo con toga)
Estado actual: Estresado, comprometido, en negación profunda
Crimen no declarado: Complicidad con el Caos (negada entre sorbo y sorbo de vino caro)Descripción:
Friedrich Magirius encabeza una de las casas mercantiles más pequeñas de Bögenhafen, pero compensa su falta de influencia con una sonrisa perenne, obediencia estratégica y una habilidad legendaria para asentir sin comprender del todo. Su carrera política es un milagro de networking: ha logrado asegurar un puesto como concejal de la ciudad y es considerado por sus pares del Gremio de Mercaderes como “confiable”, es decir, manipulable y no demasiado curioso.
Su mayor pecado no es el Caos, sino la fe ciega en las buenas intenciones de la élite. Cree sinceramente que el Ordo Septenarius es una iniciativa para traer prosperidad a la ciudad… sin notar los susurros blasfemos, los sacrificios encubiertos ni los tentáculos casuales en la contabilidad.
“Lo del ritual era… teórico. ¡Una metáfora fiscal!”
“¿Siete túnicas negras y un niño en silencio? ¡Eso puede pasar en cualquier gremio!”
“La economía necesita sacrificios… digo, ajustes.” -
ULRIKE Y OCTAGUNDA
Octagunda
Raza: Humana
Carrera: Pastora venida a menos / Ladrona de ocas
Afiliación: Forzosa con los Greifenklaw
Crimen infame: Robo masivo de ocas durante la Schaffenfest de BögenhafenDescripción:
Octagunda es una mujer de complexión rechoncha, rostro sonrosado y expresión permanentemente satisfecha, como si acabara de comerse un pastel robado (probablemente lo hizo). Se volvió tristemente célebre tras intentar sustraer dieciocho ocas premiadas en plena Schaffenfest, provocando un caos tan monumental que se necesitaron cuatro flagelantes, un carro de alquimistas y el bendito interventor de un sacerdote de Sigmar para contener la situación.Fue arrestada por el capitán Reiner Goertrin y, en lugar de colgarla o marcarla con hierro candente como dictaría la ley imperial, la obligó a pagar su deuda con la sociedad sirviendo como apoyo para el grupo de aventureros Greifenklaw.
Ahora patrulla, resopla y sobrevive, siempre con hambre, mal humor y una lealtad más delgada que el caldo de goblin. A veces lanza insultos a los skaven sin darse cuenta de que uno está en la misma habitación.
«¿Robo? ¡Era una liberación aviar! ¿¡Tú sabes lo que cobran por un huevo en Nuln!?»
Ulrike
Raza: Humana
Carrera: Bribona, recolectora de sobras y artista del queso
Afiliación: Socia vitalicia de Octagunda / Empleada sin contrato de Greifenklaw
Crimen infame: Hurto de queso y monedas de ofrenda en el Templo de SigmarDescripción:
Ulrike es la compañera inseparable de Octagunda, aunque claramente es la lista del dúo (lo que no es decir mucho). Más ágil, con sonrisa encantadora y manos rápidas como ratas de alcantarilla, Ulrike fue parte clave del fallido plan de escape en góndola durante la Schaffenfest.Actualmente, los Greifenklaw deben pagarle semanalmente para que NO robe cosas del templo de Sigmar, lo cual ha generado cierta tensión con el sacerdote local, que ya ha considerado un exorcismo o, al menos, un soborno mayor. Usa su cuchillo de trabajo tanto para cortar queso como para “abrir cofres de limosnas que no estaban bien cerrados”.
«Yo no robo. Solo recojo donaciones no vigiladas… y les doy un uso gastronómico.»
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Capítulo 5: Ocas robadas, Ordo Septenarius y otras desgracias
Fuimos a visitar el gremio de mercaderes, ese templo secular al dios Handrich donde el incienso sonaba a monedas de oro y los altares estaban forrados en cuentas pendientes. El distrito era elegante, empedrado a conciencia y rodeado de tiendas con precios capaces de provocar ataques cardíacos. Escudos heráldicos decoraban las fachadas, símbolo de poderosas familias. Uno nos llamó la atención: un barril con una “S” dorada. Viejo conocido. Los Steinhager. Comerciantes, banqueros… ¿cultistas? Eso aún estaba por verse.
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Capítulo 4 : Descenso a las profundidades
Todo comenzó, como muchas tragedias de medio pelo, en una taberna donde nos cobraron dieciséis peniques por una cerveza aguada, ocho por una «comida» que ni los perros tocarían, y otros ocho por dormir en un camastro que albergaba más pulgas que el mercado de ganado en verano. Buscando pistas sobre la Mano Púrpura y la Corona Roja, solo hallamos rumores y miradas esquivas entre eructos y estornudos.
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Capítulo 3 : El Precio de la Herencia
Llegamos a Bögenhafen y la feria, la Schaffenfest, estaba en pleno apogeo. Los exteriores de la ciudad, entre la Puerta del Este y la Puerta del Postigo, estaban invadidos por corrales de ganado, tenderetes, puestos de comida y espectáculos de todo tipo. En el aire resonaban los gritos de los feriantes y vendedores ambulantes, creando una atmósfera bulliciosa y caótica. Era el lugar perfecto para encontrar productos exóticos, diversión e incluso un empleo.
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Adolphus Kuftsos
Un cazarrecompensas siniestro. En Altdorf ataca a Tim antes de que la Berebeli parta hacia Weissbruck.
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Weissbruck
Weissbruck se encuentra a uno de los extremos del canal del mismo nombre. Es una ciudad amurallada eminentemente comercial gobernada por el baronet Reginald Gruber.